Réquiem para un alto amigo
Hay almas que son definitivamente como músicas.
Aladas, sólo vienen para volar o hacer volar obras, pensamientos y sentimientos.
Melódicas, sólo llegan para entonar, poblar y adornar ríos y esteros.
Pedagógicas, sólo hablan para enseñar e inspirar.
Amorosas, sólo buye de su compañía la sintonía, la alegría, la algarabía sin tasa.
Gracias, camarada Luis Acuña.
Hay seres como usted que hacen de su entrega por los humildes el amor más perfecto.
De su amor nace y renace un pueblo que es un río siempre en creciente.
Por Luis Delgado Arria
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