Qué representa Bolívar para mí gracias a la amorosa guía de Martí
Por Prof. José Garcés
M. Sc. En Psicología
Vicerrectorado de Investigación
LAUICOM
La respuesta a esta pregunta está muy cerca de la poesía. Pero antes de cabalgar por ese sendero, quiero relatarles una anécdota que me sucedió hace más de 30 años, cuando comencé a averiguar cómo se hace poesía. El destino me puso en la puerta a, nada más y nada menos que, William Osuna, poeta profundo que rasga sin miramiento el alma de quien lee sus poemas y quien después, fuera reconocido con el Premio Nacional de Literatura (entre muchos otros premios). William me enseñó mucho en ese taller en el que participé siendo él el tallerista, y por ahí me fui arrimando a hacer poesía, tratando de desarrollar un estilo propio y una poesía que me sirviera para lo que yo hacía.
Tratando de obtener otras orientaciones, me inscribí en un taller de poesía que dictaban en la Universidad Metropolitana.
Cumpliendo una de las tareas, le hice un poema a Bolívar y lo leí ante el grupo, ya que todas las tareas había que leerlas ante los demás participantes. Cuando leí mi poema a Bolívar, recibí las críticas correspondientes y escuché además las opiniones del tallerista quien me dijo: “Para empezar, yo no le hubiera escrito un poema a Bolívar”, como alumno respetuoso del profesor, guardé silencio, pero en realidad no podía salir de mi asombro. El tallerista continuó: “Para mí Bolívar no significa nada”. El asombro fue todavía mayor cuando el tallerista, para legitimar SU punto de vista, se dirigió a los demás asistentes y les dijo: Para ustedes ¿Qué significa Bolívar? La primera en contestar fue una hermosa joven de ojos azules y cabellera muy, muy rubia, quien espetó sin vacilar: “¡Nada!”, con la displicencia y arrogancia de quien ignora voluntariamente al sol porque empecinadamente no quiere reconocer que alumbra. Así cada uno de los, obviamente jóvenes pudientes, estudiantes de la Universidad Metropolitana, fueron contestando uno a uno: nada, nada, nada, nada, nada. Para esa fecha todavía no estaba en la escena nacional el Comandante Chávez y la imagen de Bolívar estaba cada vez más lejana y solo la recordábamos cuando escuchábamos a Alí Primera.
Sobre esta atmósfera de olvido y de resequedad polvorienta, como un camino que ya nadie transita y que se llena de hojarasca, el Comandante Chávez rescató a Bolívar del exilio al que lo había enviado la oligarquía. Estos jóvenes estudiantes para quienes Bolívar no significaba nada, y que ya hoy deben ser maduros profesionales, son indefectiblemente nietos y tataranietos de las ideas de la oligarquía venezolana que desde el siglo 19 viene odiando a Bolívar.
José martí, el apóstol de la Revolución cubana, escribió uno de los más bellos, sutiles y aleccionadores cuentos que he leído, se trata de “La muñeca negra”, más o menos el cuento va como sigue: el cumpleaños de una niña de clase acomodada, y en la deslumbrante fiesta que daban sus padres, éstos le regalan a su hija, una muñeca de porcelana. Preciosa, fina y delicada porcelana, seguramente traída de Europa con vestidos elegantes y maravillosos. En medio de la algarabía del pastel de cumpleaños y justo al haber recibido semejante y costosísimo regalo, la niña sube corriendo a su habitación y allí busca a la muñeca que más le gusta, la que más ama, la que le acompaña en sus juegos diariamente, y a la que cuida por sobre todas las cosas, y a la vez, ella se siente cuidada por su dulcísima muñeca. Se trata de una muñeca de trapo, rota, vieja y desteñida que representaba a una negra, a la que la niña aprieta fuertemente contra su pecho, protegiéndola como una mamá loba protegería a sus cachorros, tratando de evitarle las felonías que los poderosos zurcen en la piel de los débiles, diciéndole con ese abrazo profundo que ella la va a defender ante cualquier atropello, burla o humillación que intenten en su contra y entonces, al final realiza el conjuro que sella para el siempre de los tiempos, su pacto inquebrantable y perfectamente sutil, cuando le dice a la muñeca: “¡TE QUIERO PORQUE NO TE QUIEREN!”
Y pues, ante la pregunta ¿Qué representa Bolívar para mí?
Pues,
¡¡¡LO QUIERO PORQUE NO LO QUIEREN!!!
Yo sé que los herederos de los apellidos, lo herederos de la oligarquía, no quieren a Bolívar. Yo sé que los gringos no quieren a Bolívar. Yo sé que los vende-patria no quieren a Bolívar.
Y sé también que los poderosos, los gringos y los vende-patria, desprecian al pueblo por ser pueblo, a los negros por ser negros, a las mujeres por ser mujeres, a los que viven en el cerro, a los del pueblo llano, y a los que se montan en carrito por puesto, como despreciaron a Bolívar.
A ellos, a mi gente del pueblo, a los ensombrecidos, a los ensordecidos, a los “nadie” como los llamó Galeano, LOS QUIERO PORQUE NO LOS QUIEREN.
A Bolívar, al que se enfrentó al poder, al que combatió el abuso, al que nunca se le arrodilló a la prepotencia, ¡¡¡LO QUIERO PORQUE NO LO QUIEREN!!!
Y créame ¡Es una reivindicación tan sabrosa! saber que amo profunda, delicada y torrencialmente a todos aquellos a los que la burguesía odia, y puedo con orgullo y alegría gritarlo a los cuatro vientos:
Bolívar, ¡¡¡TE QUIERO PORQUE NO TE QUIEREN!!!