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En Tren de Saber – Universidad Nacional de Lanús

Sépase -por si no se sabe- que alguien una vez, con todas las fuerzas de su imaginación, de su voluntad y de sus convicciones se puso a rescatar los viejos edificios ferroviarios que el neoliberalismo convirtió en basura para instalar en ellos, renovados, una Universidad a “todo tren”. Ocurrió con la dirección de Ana Jaramillo en Lanús, provincia de Buenos Aires, Argentina. Sépase.

En Tren de Saber - Universidad Nacional de Lanús

Sépase, también, que aquello que fue un muladar humillante contra el pueblo argentino es hoy un viaje sin retorno a la dignidad con paradas planificadas en todas las categorías del conocimiento para dirigirse a la resolución de los problemas sociales en orden de importancia. Y nadie se baja. Están ahí los andenes convertidos en aulas, talleres y galerías de arte permanente. Están ahí las otrora oficinas transformadas en centros de investigación y están las vías simbolizando el trayecto de mil tareas políticas dispuestas a revolucionar la educación, sus instituciones y su servicio patriótico. Está pues todo dispuesto para un viaje extraordinario a las mil “ciudades del conocimiento”. Están los valores sociales convertidos en prestigio académico.

Es un predio enorme rescatado y resucitado del abandono privatizador ignominioso. Es un terreno inspirador y atrapante por donde transita gente buena en todos los sentidos. Van y vienen los que estudian, los que enseñan, los que auxilian, los que divulgan, los que pasean y los que, sólo porque sí, van de anden en anden saboreando el aire de victoria que se respira en este logro universitario público, laico, plural, gratuito y cercano. Los edificios portan los nombres de los grandes pensadores argentinos, los parques son plazas dedicadas a la memoria, a la verdad y a la justicia. No hay rincón que no recuerde a la “Patria Grande” porque este espacio del saber dinámico se ha vuelto casa de miles de estudiantes, de todas las edades, venidos de todos los rincones de nuestros pueblos y nuestras luchas.

La fortaleza académica que se respira en esta Universidad Nacional de Lanús no proviene sólo de la erudición y especialización de vanguardia, probadas, de sus docentes y sus estudiantes sino, además, del compromiso social de intervención científica avanzada ante los problemas y las luchas de los pueblos. Eso funda una moral de trabajo y una ética pedagógico-didáctica que no tiene más límites que los de la imaginación creadora. A ésta universidad acuden igualmente los líderes sociales de los barrios aledaños tanto como los muchos lideres nacionales e internacionales que han sido doctorados por su aporte al saber emancipatorio en todas sus formas teóricas y prácticas. Es un tren que se mueve con la gasolina de esos valores.

Esta universidad es también un campus simbólico en el que se cultivan acciones humanistas fundamentales. Eso es nutriente básico con el que se produce y se comparte el conocimiento que no sólo viene de los “eruditos” sino que se amalgama y amasa en una mística de la acción vívida que da identidad a esta universidad y la diferencia de otras sin dejar de hermanarlas. Metro a metro uno encuentra gestos fraternales y actos solidarios. Hay abrazos y hay besos entre estudiantes y profesores, hay solidaridad y hay compromisos entre todos los que ahí trabajan y no hay problema que no tenga carácter colectivo a la hora de encarar soluciones. ¿Es increíble?

Por lo general uno tiene confianza por aquellas universidades que “el tiempo” ha esclerotizado entre burocratismos y clientelismos de todo tipo. Un tiende a desconfiar de que se cumpla lo que se debe cuando se mira el déficit educativo de los países y las regiones y cuando se sabe que las universidades, también, han sido usadas para reprimir saberes y luchas antes que para fortalecerlas y acompañarlas. Esta universidad en Lanús con su praxis asimila un rol transformador que la hace especial y la hace extraordinaria. Y no es porque sea perfecta, porque no tenga problemas y faltantes de todo tipo, porque no le falten pasos y le falten apoyos… es porque prima en el sentir de quienes ahí hacen vida, la certeza de un viaje en el que sólo se avanza si entre todos empujan. Y eso enamora. Sólo hay que verlos.

Hoy el otro tren, el que ha recobrado el Estado para su pueblo, pasa muy cerca se lo escucha llenando el aire con su recordatorio incesante de pasado, de presente y de futuro. Se lo escucha refrescando la certeza de que el viaje aun es largo y de que va por buen camino. En la Universidad también. A uno lo envuelve una especie de atmósfera romántica rodeada por trenes revividos al fragor del saber y del comunicar saberes y dudas. Una especie de regalo a la imaginación y al espíritu para que aprendamos a ver cómo es posible convertir en realidad un sueño por el que se lucha con tenacidad y compromiso, como han sido los 16 años de vida de la Universidad Nacional de Lanús y como serán los próximos.

Y no hay duda que la cualidad más seductora y desafiante de esta Universidad es que llegará más lejos cuanto más crezca en respuestas concretas y en intervenciones científicas, culturales, políticas… más grande se hace cuantos más estudiantes suben al tren del saber que parte rumbo al futuro con cada anhelo que llega en búsqueda de saber y de ser, en búsqueda de dignidad y de identidad, en búsqueda de aprender para servir. Lo he visto y lo aprendí ahí. Sépase que eso existe, no exagero. Imposible no contarlo.

Fernando Buen Abad

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